Experiencias míticas

España en el Eurobasket: diez nombres para diez medallas

Todo empezó en Ginebra el 2 de mayo de 1935. La FIBA, creada sólo tres años antes, eligió la ciudad suiza para la celebración del primer Campeonato de Europa de baloncesto, como preludio a los Juegos Olímpicos que se disputarían un año más tarde en Berlín, y que serían los primeros en incluir al deporte de la canasta en su programa oficial. En Ginebra empezó una historia que está viviendo su último capítulo estos días en Eslovenia. Allí logró también España su primer gran éxito internacional. Después vendrían más, hasta un total de diez medallas (dos de oro, seis de plata y dos bronces), cada una con sus historias y sus protagonistas.

Rafael Martín, primer MVP (Ginebra 1935, plata)

Contra Portugal jugó España el primer partido de su historia. Fue el 15 de abril de 1935, en el viejo Estadio de Chamartín de Madrid, con unas condiciones muy diferentes a las de hoy. “Salimos muy nerviosos y con la consigna de no botar mucho el balón debido al mal estado del suelo”, declararía tiempo después Emilio Alonso, uno de aquellos pioneros. España ganó (32-12) y la victoria supuso la clasificación para la fase final del primer Eurobasket de la historia.

En Ginebra se llegó a la final, tras vencer a Bélgica (25-17) y a la República Checa (21-17). En la semifinal contra los checos fueron cruciales los 10 puntos de Rafael Martín, un menudo alero nacido en El Salvador, que terminaría siendo designado mejor jugador del campeonato. En la final Letonia venció por 24-18, pero la plata ya se había celebrado convenientemente. La noche antes de la final, varios jugadores habían terminado en el calabozo por cantar en la calle a horas intempestivas.

Estrada, protagonista inesperado (Barcelona 1973, plata)

Tras el éxito en Suiza, la guerra y la posguerra española alejaron a la selección de las grandes citas. Durante los años 60 volvió a asomar la cabeza, con jugadores como Nino Buscató, Emiliano Rodríguez y Lolo Sainz. El impulso culminó con la organización en Barcelona del Europeo de 1973. España llegó hasta semifinales, donde le esperaba Unión Soviética, campeona de los últimos ocho campeonatos de Europa disputados. A pesar de jugar en casa, vencer al equipo de Paulauskas y Belov, que un año antes había derrotado a Estados Unidos en la polémica final de los Juegos de Múnich, parecía poco menos que un milagro.

Sin embargo, lo insospechado tuvo lugar, y así lo recogió El Mundo Deportivo: “¡Milagro en el Eurobasket 73!”. España ganó 80-76, con protagonismo especial de Miguel Ángel Estrada, un jugador llamado a ser secundario. Estrada, que era el último pívot de la rotación, entró en el segundo tiempo, a falta de 12 minutos para el final, y encestó dos canastas en momentos decisivos del partido (70-70, después de ir prácticamente todo el partido abajo en el marcador, y el 80-74 que mató el partido), amén de su intimidación en defensa y sus rebotes.

Tras el alborozo por la victoria frente a los soviéticos, España no pudo en la final con la Yugoslavia de Dalipagic, Slavnic y Cosic. Lo importante era que, casi cuatro décadas después de Ginebra, la selección volvía a la élite.

La canasta de Epi (Nantes 1983, plata)

Como diez años antes, de nuevo la URSS en semifinales. Los soviéticos venían de ganar el Mundial de Cali en 1982 y tenían un equipo que asustaba: Sabonis, Myshkin, Iovasia, Valters, Homicius… Después de un partido muy igualado, una canasta de Belostenny colocó a los soviéticos a un punto (93-92) a falta de cuarenta segundos. El balón quemaba en el siguiente ataque de España. De Solozábal a Romay, de éste a Jiménez y vuelta a Solozábal. Finalmente, a falta de 15 segundos, le llegó a Epi, que botó la bola varias veces antes de levantarse y anotar en suspensión el 95-92 a falta de 9 segundos. Puesto que entonces aún no existía línea de tres puntos en el baloncesto FIBA (no se implantaría hasta después de los Juegos de Los Ángeles), la canasta de Epi era definitiva, salvo catástrofe. La postrera bandeja de Eremin a la desesperada solo sirvió para apretar un poco más el marcador final: 95-94.

Antonio Martín, el líder (Roma 1991, bronce)

“Antonio Martín: La selección encontró a un líder”. Este era el titular de la revista especializada Gigantes del basket el 15 de julio de 1991, en su número especial dedicado al Eurobasket de Roma. En el interior, el director Paco Torres ahondaba en el tema: “Si Antonio consigue esta mentalización durante meses y no sólo durante una semana de competición, habremos encontrado al líder que llevamos tiempo buscando”.

Lo del líder no era cuestión baladí. Con la vista puesta en Barcelona 92, la selección de Díaz Miguel vivía una época de renovación. Los héroes de Los Ángeles iban desapareciendo paulatinamente de las convocatorias, sustituidos por caras nuevas como Antúnez, Rafa Jofresa, Orenga, Andreu o Mike Hansen, que jugaba entonces en una universidad americana.

El de Roma fue un Eurobasket extraño, con la URSS ya extinta y una Yugoslavia pletórica a punto de seguir el mismo camino. España aprovechó el cierto vacío para colgarse el bronce tras caer con Italia en semifinales y vencer en la lucha por el bronce a la Francia de Dacoury, Ostrowski y un joven Rigaudeau. Antonio Martín fue el segundo máximo anotador del torneo (solamente superado por el imbatible Nikos Galis) con 21,2 puntos y el máximo reboteador (12,8). Lástima que el líder se perdiera un año después los Juegos de Barcelona por lesión.

La defensa de De Miguel (París 1999, plata)

Quien eche un vistazo a las estadísticas del cruce de cuartos de final entre España-Lituania, reparará de inmediato en los 28 puntos de Alberto Herreros. El que vea un resumen del partido o un vídeo con las últimas jugadas, se fijará en los decisivos tiros libres de Alberto Angulo y en el error de Jasikevicius en el desesperado intento final. Lo que difícilmente muestran los números o los highlights es la estupenda defensa del entonces estudiantil Iñaki de Miguel sobre el temible Arvydas Sabonis, que dejó al lituano en sólo 3 puntos.

Superada Lituania, España derrotó en semifinales a la selección local, Francia, y en la final cayó ante Italia. Por fin una alegría después de unos años muy duros. Desde la medalla de bronce lograda en el Eurobasket de Roma en 1991, los aficionados a la canasta iban de decepción en decepción. Primero fue el Angolazo, batacazo durísimo sufrido en casa, en los JJOO de Barcelona. Un par de años después llegaría la derrota contra China en el Mundobasket. Los Juegos de Atlanta fueron la primera ausencia olímpica desde Montreal 76. Habíamos tocado fondo. En el Mundobasket de 1998 surgieron los primeros brotes verdes. España cayó en cuartos contra Grecia, pero terminó en una aceptable quinta posición. La medalla de plata de París, con las victorias ante Lituania y Francia, suponía el regreso a la élite. Tres semanas después, la selección junior española daba la sorpresa en el Mundial de la categoría, derrotando a Estados Unidos en la final. En sus filas estaban unos desconocidos que darían que hablar en breve: Pau Gasol, Raúl López, Juan Carlos Navarro, Felipe Reyes, Carlos Cabezas…

Los robos de Lucio Angulo (Estambul 2001, bronce)

A los Juegos de Sidney ya acudieron Raúl López y Navarro, los dos juniors de oro más precoces. En Estambul se incorporaron Gasol y Reyes a un grupo en el que aún estaban veteranos Alfonso Reyes o Lucio Angulo. Precisamente el menor de los Angulo fue improvisado héroe en el partido de cuartos de final contra Rusia. Sus dos robos de balón en los minutos finales, cuando los rusos iban por encima en el marcador, fueron fundamentales para conseguir la victoria. Ambas jugadas las culminó Lucio con sendos mates tras contraataque. En el segundo de ellos, ya en el último minuto, Lucio levantó el puño al aire, mientras botaba la bola con la otra mano, antes de elevarse para machacar el aro.

La selección logró después el bronce tras caer contra Yugoslavia en semifinales y derrotar a la Alemania de un imperial Nowitzki, cuyos 43 puntos y 15 rebotes fueron insuficientes ante una España más coral.

Navarro, veinte minutos de triples y bombas (Estocolmo 2003, plata)

Juan Carlos Navarro se fue al descanso de la semifinal contra Italia con dos puntos. Terminó el partido con 28. Nada más volver del descanso, el escolta catalán se jugó un triple, y lo metió. Era toda una declaración de intenciones. Mientras Italia, con un Bulleri extraordinario en ataque, se centraba en defensa en maniatar a Gasol, Navarro se echaba el equipo a la espalda en 20 minutos geniales, a base de triples y bombas. Derrotada Italia, en la final no hubo nada que hacer ante una selección lituana superior.

La canasta de Holden (Madrid 2007, plata)

España lo tenía todo de cara. Venía de ganar el Mundial un año antes, pasando por encima de Grecia en la final, y jugaba en casa. Todo fue sobre lo previsto hasta la final, donde se nos atragantó la Rusia de Kirilenko y Holden. Fue precisamente el base nacionalizado quien encestó el 60-59 que daba ventaja a Rusia a falta de dos segundos. Aún tuvo España opción de ganar, pero el lanzamiento de un exhausto Gasol tocó el tablero y fue escupido por el hierro. Si las cinco platas anteriores habían sabido a gloria, esta supo a poco.

Pau, mejor que nunca (Katowice 2009, oro)

En Polonia, por fin, después de seis finales perdidas, campeones. Echando un vistazo a los resultados de los cruces, parece que resultó sencillo. España venció a Francia (cuartos), Grecia (semifinales) y Serbia (final) con ventajas que rondaban la veintena de puntos, pero lo pasó muy mal en las fases previas, llegando a estar en juego la clasificación en una prórroga contra Eslovenia en el último partido de la primera fase.

Pau Gasol, que venía de ganar el anillo de la NBA y se había perdido toda la fase de preparación por una lesión en un dedo, fue entrando en competición y se convirtió en el MVP del torneo, además de ser el máximo anotador. 18,3 puntos y 8,3 rebotes fueron sus extraordinarios números. Si Pau siempre ha estado a gran nivel cuando ha jugado con la selección, el estado de forma en este campeonato fue excepcional. En Polonia se vio al mejor Gasol.

Ibaka, cumpleaños feliz y cinco tapones (Kaunas 2011, oro)

Serge Ibaka saltó a cancha en el inicio del segundo cuarto y al medio minuto le colocó un tapón a De Colo. Al rato puso otro a Seraphin. Y otro a Batum. Y otro a Tony Parker. Y uno más a Joakim Noah. Cinco tapones en 3:43 para comerle la moral a Parker y compañía y empezar a ganar la final. Si en la otra canasta Navarro estaba imparable, atrás Ibaka metía miedo. No era un día más para el pívot procedente de la República del Congo. Ibaka cumplía ese día 22 años. El de Lituania fue el Europeo de Navarro, MVP del campeonato, que dinamitó a Eslovenia en cuartos, y Macedonia en la semifinal, rompiendo siempre el partido en el tercer cuarto. Pero también fue el campeonato de Ibaka, el recién llegado a la selección, que contribuyó con su intimidación a la consecución del segundo campeonato continental para España. El mejor regalo de cumpleaños posible.

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Comentarios

  1. Comentario by Fer - septiembre 13, 2013 10:51 am

    Muy buen resumen con un par de apuntes; en el Europeo de 1999, España no lo pasó mal en las fases previas, lo pasó fatal y sólo la victoria de Francia sobre Rusia (Francia no se jugaba nada y Rusia sí) nos abrió la puerta de cuartos de final como cuartos de grupo y quedando emparejados con la Lituania de Sabonis y compañía.

    La final del Eurobasket 2007 fue en Madrid, no en Barcelona como aparece en el titular. En esa final, el porcentaje de tiros de campo fue nefasto (en torno al 25%) y esa fue la causa principal de nuestra derrota.

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    1. Comentario by Javier Martin - septiembre 13, 2013 11:05 am

      Madrid, tienes razón, en qué estaría pensando. Una de las cosas que más recuerdo de aquella final es a un Pau agotado fallando un tiro libre tras otro.

      Gracias por los apuntes, Fer.

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