Experiencias míticas

Fulanito desapareció para siempre

A veces me pregunto qué será de fulanito. Fulanito jugaba en el Betis y repartía unas hostias en la línea de defensa que, incluso por televisión, daba apuro verlas. O qué fue de menganito, que fichó por el Alavés, jugó la final de la UEFA y, al poco, nunca más se supo. Y así. El fútbol, en el fondo, también es una apasionante novela de «desapariciones». Nadie estaría tentado de escribir la historia de Emilio Butragueño, me temo, que salió del campo y se metió en un amplio despacho, en la última planta, con hermosas vistas. Apenas dispuso del tiempo justo para limpiar las botas en el felpudo, y entrar en la moqueta con tacos y pantalón de deportes. En cambio, yo escribiría hoy mismo la autobiografía de Juan José Jiménez. Sandokán jugó en el Cádiz y un buen día de 1982 saltó al Real Madrid y a la selección española. En la temporada «de las cinco finales», todas perdidas, fue titular indiscutible. Pero tres años después, Ramón Mendoza decidió no renovarle y Juan José empezó a desaparecer lentamente, como un ciempiés. Regresó al Cádiz, que lo recuperó por aclamación popular. Cuando se retiró del fútbol, empezó a trabajar en los astilleros gaditanos. Y nadie volvió a aclamarlo. Yo lo conocí durante una pretemporada del Madrid en Cabeza de Manzaneda (Ourense). Me tragué un entrenamiento del equipo, él pasó por la banda, escupió como un caballero a mi lado, y luego nos hicimos una foto. No sé qué será de su vida, pero me la inventaría para contarla bien.

Hay una clase de futbolista que llega al final de su carrera, y como no hay más camino, continúa avanzando a pasos desenfadados sobre el vacío, como en los dibujos animados. Si tienes suerte, progresas un buen tramo antes de comenzar el descenso. Después de todo, el fútbol sólo fue un empleo más, durante el que ni siquiera te dejaban fumar, aunque entre entrenamiento y entrenamiento, y algunos días entre la primera y la segunda parte del encuentro, encontrabas una esquina solitaria y oscura en la que encender un pitillo y echar tres caladas. Las carreras deportivas sólo son eternas, en general, durante unos pocos años. Llega un minuto en el que tienes que decidir si aceptas la oferta de aquel admirador, que disfrutaba cuando despejabas el balón de puntera, y que busca un escayolista para cubrir una baja. Ni que decir tiene que no sabes nada de escayolas, ni siquiera de pintura plástica, pero un día tampoco sabías que el balón era redondo, y te enseñaron, o te enseñaron a medias, y por eso despejabas hacia la banda, antes que pensar en un pase al mediocampo, en el que el balón rodase pegado al suelo.

Llega un día que tienes que levantarte a las siete de la mañana. Nadie te recuerda. Ni siquiera tú te recuerdas. Sólo sabes que tienes tres cuartos de hora para afeitarte, ducharte, desayunar y llegar al trabajo. Tal vez un día alguien te reconoce. Pero eso sólo ocurre un día. Y si tienes mala suerte, te recuerda que fallaste aquel penalti de mala manera, el que pudo darle un título al club. O por lo menos el que le hubiese evitado el descenso a segunda división. Tú asientes, o te encojes de hombro, y le dices a tu camarero que te ponga una cerveza y un bocadillo de chorizo con queso, que vas con prisa. «El jefe de obra es un hijoputa», explicas entre dientes.

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Comentarios

  1. Comentario by Titto_ - septiembre 13, 2013 09:22 pm

    El bueno de Juan José, un futbolista muy querido en Cádiz, porque en Cádiz le tenemos mucho cariño a la gente que lleva el nombre de nuestra ciudad por España y el mundo, es una figura habitual que te puedes encontrar en cualquier sitio: en la playa con su tintito, en las calurosas noches de verano en las fiestas del barrio, en alguna discoteca desprendiendo arte y demostrando que quien tuvo retuvo, y siempre acompañado de su eterno look Sandokan. Y siempre te lo ves sonriendo y pasándoselo bien, y no tiene problema ninguno en ponerse a charlar con cualquiera que le reconozca. Aunque aquí ya son más los que le conocen que los que le reconocen. En fin, un gran gaditano con mucho talento y mucho arte.

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