Experiencias míticas

Scat singing: cantar sin decir nada diciendo mucho

La música puede transmitir muchas más emociones que una poesía, un discurso conmovedor o el final trágico de una radionovela. Las composiciones simples consistentes en sólo cuatro o cinco notas, por ejemplo, sugieren una alegría infantil, un horror exacerbado o una nostalgia sostenida y soportable. Obviamente, los pasajes más largos y con motivos dentro de otros motivos son capaces de transmitir pautas intrincadas de sentimientos

No olvidemos, después, los añadidos musicales con la finalidad de intensificar (o, quizás, también matizar) el mensaje, como las letras de las canciones o un grito, un gemido, un llanto, un lamento, un gruñido, un arrullo, una risa, una queja, un aullido, una aclamación e infinidad de armaduras acústicas y reclamos dirigidos al sistema límbico del cerebro.

Por ello adoro el scat singing.

Antes de explicaros qué es el scat singing debo advertir que personalmente no me seducen las letras de las canciones. La gente, lo tengo en cuenta, sostiene una opinión contraria. La gente cree hallar un profundo trasfondo en las letras de una canción, sobre todo en el caso de los cantautores. Pero ello se debe a un estado de confusión mental que alimenta la comparsa musical (que refuerza el mensaje), la rima de canto de sirena (que confunde la concordancia meramente verbal con la argumental), y, ante todo, la repetición tribal, como de tam tam, de estribillos (que enardece al público como las consignas ideológicas a la muchedumbre de una manifestación).

La letra de una canción sólo se queda a la altura de una frase hecha, que puede encerrar sabiduría, sí, pero la sabiduría ni es universal ni es extrapolable a los casos íntimos de cada oyente. Las letras confunden, engañan… crees que sus asertos están fundamentados porque tú mismo le aplicas los fundamentos que te convienen. Y ello, irónicamente, refuerza su poder embaucador, porque llegas a creer que un cantante famoso piensa como tú, llegas a creer que se ha tomado el tiempo de componer una canción acerca de lo que a ti te pasa por la cabeza, y, además, otras muchas personas la tararean. Al final, la canción ha funcionado igual que el mensaje dogmático y proselitista de una iglesia arcaica, la del Santo Pentagrama.

Si uno busca una letra grave y profunda, pues que entone cuatrocientas páginas de un ensayo filosófico de Husserl acompañado de una base rítmica de fondo, y que las entone sin rimas ni juegos, en aras de la objetividad.

Bla,bla,bla

Dicho lo cual, adoro el scat singing, donde el cantante de jazz sustituye con improvisadas sílabas sin sentido las palabras de una canción, porque considero la voz un instrumento más, como una guitarra o una flauta. Y la guitarra o la flauta no dice más de lo que nosotros queremos o somos capaces de escuchar. Porque no hay palabra que pueda potenciar la siniestralidad del motivo a dos notas de la banda sonora de Tiburón, la épica de violines de la obertura de Also sprach Zarathustra, el misterio que suscita un conjunto de cuerda o el júbilo que transmite un scherzo.

Aunque Louis Armstrong y su grabación de 1926 Heebie Jeebies se cita a menudo como la primera canción de emplear esta creativa técnica de improvisación, hay muchos ejemplos anteriores. Un primer maestro de canto ragtime fue Gene Greene, quien grabó coros del scat en su canción King of los bungaloos y otras entre 1911 y 1917.

Más tarde, esta técnica se hizo tan popular que fue empleada por intérpretes tan célebres como Eddie Jefferson, Betty Carter, Anita O’Day, Joe Carroll, Sarah Vaughan, Carmen McRae, Jon Hendricks, Babs Gonzales o Dizzy Gillespie. Y John Paul Larkin (más conocido como Scatman John) renovó el interés en el género durante la década de 1990 cuando fusionó este jazz con el pop y la electrónica, consiguiendo un éxito mundial con la canción Scatman (Ski Ba Bop Ba Dop Bop) en 1994.

Adoro el scat singing. El mero disfrute del tintineo de esas sílabas inconexas pero eufónicas, como monedas desparramadas por el suelo. Así es como prefiero las letras de las canciones: ininteligibles, sin religión, sin capacidad de amaestrar al oyente.

Música maestro

A continuación podéis deleitar vuestros oídos con algunos ejemplos de canciones que dicen mucho sin decir nada. Como este directo de 1969 de la gran Ella Fitzgerald interpretando One note Samba:

Casi una década antes, Rex Harrison y Louis Armstrong se marcaron el siguiente scat singing en una entrevista:

Y por supuesto, la mayoría de vosotros no habrá podido olvidar (aunque quiera) a Scatman John:

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Comentarios

  1. Comentario by Perry - marzo 08, 2013 12:52 pm

    Pues no conocía el término aunque sí que conocía la músca. Muy interesante!

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  2. Comentario by Michael Jackson, de niña a mujer en Off The Wall - marzo 11, 2013 07:18 pm

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