Experiencias míticas

Television y Talking Heads, los verdaderos punks no llevaban cuero

Television

El punk son los tulipanes de la camisa de Tom Verlaine (1974).

La cultura de museo que vivimos ahora sigue perpetrando los estereotipos y lugares comunes, solo que se atrincheran tras vitrinas de cristal. El último tiene al Punk como centro de las miradas. El Punk, la escena por antonomasia adversa a museos, verá en el Museo Metropolitano de Nueva York cómo ha acabado engulléndose por el sistema más capitalista existente: la moda – con un título de exposición rimbombante, claro: ‘PUNK: Chaos to Couture’. Moda que vuelve a situar al estilo del punk relacionado con figuras creadas ex profeso para que un sabio Malcolm Mclaren sacase tajada al tiempo que ignora a los verdaderos padres, al menos en verdadera ruptura: Television y Talking Heads.

Talking Heads

La pose de monaguillo guitarrista de Byrne en el CBGB (1975).

Mientras el resto de grupos punk seguían tirando de las chupas de cuero que quitaban a sus hermanos mayores y que eran propiedad de los rockers, dos grupos se subían al escenario rompiendo de verdad en estética con el movimiento anterior. El Glam Rock que dominaba los 70 con sus estrafalarios uniformes, con su David Bowie jugando a ser Ziggy Stardust, con Marc Bolan y su pelazo en T. Rex, además de los New York Dolls con unos brillos y una imagen merecedora del corte que darían los de Tom Verlaine y David Byrne.

Camisas de amplios cuellos, pantalones de pinzas, unos cortes de peluquería a 10 dólares y eso sí, canciones como ‘Elevation‘ o ‘Psycho Killer‘. Podían ser como tú y yo paseando por la calle pero con himnos debajo de los puños. 1977 fue el año para el Punk pero no por la publicación de Never Mind the Bollocks, Here’s the Sex Pistols (Virgin) o por The Clash (CBS) sino por Marquee Moon (Elektra) y Talking Heads: 77 (1977). Dos álbumes de dos bandas que habían logrado subirse al engrandecido escenario del CBGB sin poses absurdas ni disfraces. Ahí andaba el espíritu punk de ruptura.

Dos álbumes que recogían el punk de la Velvet Underground, se metían dosis de Funk y de Krautrock y jugaban a ser más punks que las propias marionetas de Mclaren con sus trajes de sadomaso bajo Sex Pistols, que las melenas de Joey Ramone, o las borracheras de Richard Hell recuperando el Garage y el Rock ‘n’ Roll más canalla. Tom Verlaine y David Byne lograron ser más punk que los propios punks en su su mismo círculo y con géneros opuestos al punk. Aquellas camisas frente a camisetas raídas y rotas no por pose sino por necesidad. Eso es de ser muy grande.

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