En 1001 Experiencias hemos hablado en varias ocasiones de la saga ‘Call of Duty’, y hoy, aprovechando que ha salido a la venta ‘Call of Duty: Ghosts’, su nueva entrega, volvemos a retomar el tema. A nuestra manera, eso sí. Porque si hoy tenemos un nuevo COD, hace cinco días salió el nuevo ‘Battlefield’. La guerra sigue dentro y fuera de esos juegos, pero ¿nos interesa realmente a los jugadores?

La batalla que se traen entre manos Activision y Electronic Arts no podría importarnos menos: ellos sabrán hasta dónde son capaces de trollearse mutuamente para que su FPS venda más que el otro. Lo que parece no importarle a las compañías es lo que pensemos los jugadores no ya sólo de sus estrategias —ya he dicho que nos la resbala el tema—, sino de los propios juegos. ¿Para qué van a introducir novedades si cada año venden lo que no está escrito con cada nueva entrega saquen lo que saquen? El problema es que en esta ocasión se han pasado.

En estas dos franquicias lo importante es el multijugador. Lo sabemos nosotros y lo saben las compañías. Esto deriva en campañas muy cortas, de apenas cuatro o cinco horas, que están ahí más por no atreverse las compañías a eliminarlas por completo que por otra cosa. Y es triste. Es triste porque si me vas a dar una campaña de cuatro horas, joder, que sean las mejores cuatro putas horas que voy a jugar. No me des cuatro horas de puro trámite. No te gastes una millonada en un juego que presuntamente luce mejor que nunca para acabar ofreciendo una historia absurda, mal contada y sin ningún tipo de clímax.

En un juego de tiros y explosiones que sale a la venta en el tramo final de una generación de consolas lo mínimo que espera uno es que esos tiros y esas explosiones sepan a gloria, no a broma muy cara orientada solamente a un multijugador que no está mal, pero que tampoco es el paraíso. En general, todo mal.

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