Hay turistas que no viajan para contemplar una océano turquesa o una colina verde plástico, sino para contemplar su propio cuerpo… bajo el tunneo de la cirugía estética. Turistas que viajan a determinados países porque allí la operación es más fácil, barata, accesible o cualquier otro factor.

España es el décimo país del mundo receptor del turismo estético, según una encuesta elaborada por la International Society of Aesthetic Plastic Surgery (ISAPS), que llevó a cabo entrevistas a cerca de 20.000 cirujanos durante el 2009 de 25 países.. Pero Colombia, por ejemplo, resulta mucho más interesante para los que buscan operarse para ser más bellos: el precio puede ser tres veces menor. Y en Europa, Letonia se considera ya la capital de la cirugía estética.

En determinadas culturas, además, se han agrandado o empequeñecido partes del cuerpo persiguiendo la belleza. Por ejemplo, en Asia es habitual “abrir” el párpado mediante cirugía plástica para que los ojos parezcan más grandes. Algo similar lo que ocurría en Italia en el siglo XVI, pero limitado a las pupilas: con unas gotas de belladona (un peligroso veneno) se dilataban temporalmente las pupilas.

En África oriental y América del Sur es también habitual encontrar aborígenes que se insertan objetos en los labios para agrandarlos. Y en Myanmar y Sudáfrica, las mujeres acumulan anillos de metal en el cuello para que cada vez parezca más largo. En China aún hay familias que envuelven los pies de las niñas para evitar que estos crezcan.

A pesar de la obsesión por estar delgados, en algunas islas del Pacífico, como Nauru, la gente es animada a engordar como símbolo de estatus y de fertilidad. No en vano, Nauru es conocida como la isla de los obesos.

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