Experiencias míticas

David O. Russell, flirteando con el desastre

Dejadme que haga las presentaciones: David O. Russell es este señor que encuadra con sus manos el escorzo que quiere de Jennifer Lawrence para una de las escenas a recordar de ‘El lado bueno de las cosas’, la quinta película de una filmografía que, seamos claros, ha sobrevivido a cataclismos que darían pesadillas al mejor agente de relaciones públicas. Y es que Mr. Russell se las trae. O al menos se las traía: dicen los que lo conocen que ya no es lo que era, que se ha calmado mucho, que está centrado y sabe muy bien qué hacer. Chicos, chicas, David O. Russell fue el director más explosivo del cine indie de Estados Unidos.

La historia del cine está llena de pequeños grandes odios. Míticos, como el que enfrentó a Joan Crawford y Bette Davis –Se ha tirado a todos los primeros actores de la MGM… Excepto a Lassie, dijo Davis de la Crawford–. Cómicos, como cuando Bill Murray, primero, cargó contra Lucy Liu en una escena de ‘Los Ángeles de Charlie’ cuestionando su talento y méritos para, después, desafiar al director McG y propinarle un cabezazo que le dejó K.O. –Merece morir. ¿Un cabezazo? Deberían atravesarlo con una lanza, dicen que le dijo el Dr. Beckman–. También los hay originales: en ‘Chinatown’ Faye Dunaway acabó harta de Roman Polanski hasta el punto de lanzarle una taza… en la que previamente había orinado. Y, claro, el épico entre los épicos: Werner Herzog amenazando con asesinar a Klaus Kinski cuando, perdidos en el Amazonas, rodaban ‘Aguirre, la cólera de dios’. Kinski recordaba el incidente y la frase exacta del realizador alemán en sus memorias: Te voy a disparar- balbuceó como un paralítico con el cerebro reblandecido-. Ocho balas para ti, y la última para mí.

David O. Russell y George Clooney en el set de 'Tres reyes' antes de que se liaran a tortas.

David O. Russell entró en esta lista en el rodaje de ‘Tres reyes’ (1999), su primer y último film al amparo de los grandes estudios, una guerra en sí misma. Después de dos películas pequeñas que llamaron la atención en Hollywood (‘Spanking the Monkey’ y ‘Flirteando con el desastre’), le llegó la gran oportunidad de su carrera. ¿Qué hizo? Liarse a hostias con George Clooney. Todo empezó cuando el actor le recriminó cómo trataba al equipo y los extras. Russell pasó de Mr. Nespresso y le llamó nenaza. Y se montó. Clooney le agarró del cuello, estrangulándolo, y empezaron a pegarse. Después de más de una década enfrentados, ahora parece que los dos han olvidado el incidente o, al menos, han enterrado el hacha de guerra.

Cinco años después llegaría su segundo film, ‘Extrañas coincidencias’ (2004), una intriga entre indie y new age que, otra vez, a punto estuvo de finiquitar su carrera. Descartado Clooney, Russell repetía con Wahlberg, fichaba a una estrella europea de prestigio como Isabelle Huppert, se hacia con Dustin Hoffman, Naomi Watts y Jude Law… hasta que éste último se baja del proyecto cuando Christopher Nolan le pide que participe en su nuevo film, ‘Batman Begins’. Dice la leyenda que Russell arrinconó a Nolan en una fiesta en la que coincidieron y le aplicó una llave de lucha libre para que dejara en paz a Law. No hay constancia de ese encuentro, una lástima, pero sí de uno de sus ataques de ira incontrolados en el set de ‘Extrañas coincidencias’. Este:

La segunda irrupción de Russell es de antología. Me encanta que entre por la puerta del decorado, le da un aire realista casi ensayado a la bronca. Y fijaos en Jason Schwartzman, cómo primero hace como si no pasara nada y después desaparece. Lo curioso del caso es que Lily Tomlin, la actriz que soporta –y se enfrenta– a Russell, después del incidente no tuvo en reparo en admitir que volvería a trabajar con él siempre que pudiera. Y es que, Clooney aparte, los actores le adoran. Quieren trabajar con él al precio que sea.

Mark Wahlberg y Russell, planificando una toma para 'The Fighter'.

Otro caso es que él quiera. O pueda permitírselo. Ese es la razón de su ruptura –artística, profesional, sí, pero también personal– con Mark Wahlberg, protagonista de tres de sus cinco primeras películas, el responsable de que acabara dirigiendo ‘The Fighter’ (2010) y que dejara el limbo de los directores-llamados-a-ser-alguien-que-se-quedan-en-nada después del fiasco de la que iba a ser su comedia más revolucionaria: ‘Nailed’, una sátira política escrita por la hija de Al Gore en la que un congresista sin escrúpulos (Jake Gyllenhaal) no dudaba en sacar provecho del drama de una joven (Jessica Biel) que llegaba a Washington reclamando mayores medidas de seguridad laboral después que, en un accidente, un clavo se le incrustara en el cráneo, ocasionando que perdiera su empleo y desarrollara un incontrolable apetito sexual.

Uff. Un respiro.

Bien, Russell tenía un nuevo proyecto, ‘El lado bueno de las cosas’, y quería a Mark Wahlberg y Anne Hathaway como protagonistas. Pero eran demasiado caros. Sobre todo él, su amigo, su valedor, su socio. Hasta entonces. Wahlberg fuera, Bradley Cooper dentro. ¿Traición? Puede. ¿Sentido común? Probablemente. Sea como fuere, o al menos hasta donde sabemos, esta vez no hubo gritos. En el set. En la película, sí. Muchos. Y seguramente también en los despachos de Harvey Weinstein cuando consiguió sus ocho nominaciones a los Oscar. Veremos qué pasa la noche del 24 de febrero… Y cómo se lo toma el otrora explosivo David O. Russell.

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Comentarios

  1. Comentario by Diez momentos que los Oscar preferirían olvidar - febrero 22, 2013 06:32 pm

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