Experiencias míticas

El espejo del Barça

CruiseTodos nos miramos al espejo. Es más fácil que asomarnos a la azotea. El espejo, después de todo, también nos descubre el abismo crudo. Cada uno se mira a su manera. Yo sólo me asomo para constatar que no me gusta lo que veo, y quedarme tranquilo. La satisfacción es peligrosa. No sirve para escribir una novela o una columna. No sirve para nada. El Barça cree que puede servir, sin embargo, para ganar cualquier título. Cuando los culés se miran al espejo, con el que a menudo hablan, concluyen que no hay nadie más bello. Y un día, sin darse cuenta, asumen que ser bello es lo mejor que se puede ser. Es el paso previo a que su belleza se vuelva un precepto moral. En fin. No conviene abusar de la complacencia. Un día, al levantarte, buscas tu reflejo y sólo aparece la cara de tu rival.

Creo que es bueno que el espejo te recuerde, cuando lo encaras, que tus fantasmas siguen ahí. Algunos días, si tengo una cita, también quiero saber si llevo legañas o la camisa está bien abotonada. El botón es otro de esos precipicios que sólo puedes vencer ante su reflejo. He conocido gentes satisfechas, llenas de sueños, echadas a perder por un botón. No me permito más confianzas frente al espejo. Ahí, en el botón, se acaba todo. No me gusta intimar. En el fondo, tengo miedo a que un día intente entablar conversación con el espejo, como si hubiese algo de que hablar. Siempre me produce intriga cuando alguien pasa más de un minuto estudiando su imagen, como si necesitase que el espejo le dijese cómo se llama o dónde vive.

Los trajesAlgunas veces me acuerdo de esa escena de Eyes wide shut, de Kubrick, en la que Nicole Kidman y Tom Cruise comienzan a desnudarse ante el espejo. Presupones cierta pasión, pero el espejo siempre te desnuda. Es el abismo, y nadie engaña al abismo. Hay un instante atroz, cuando Cruise le besa el cuello y ella se evade y se mira al espejo, ajena a todo. Entonces comprendes que no se puede estar más lejos de ese lugar, y que hay algo que se ha roto definitivamente entre ellos. Es evidente que a veces el espejo no te devuelve tu imagen, si no tu destino, incluso tu muerte. Pero, como digo, hay muchas maneras de mirarse al espejo. A vece sólo quieres maquillarte, o arreglarte la corbata, o emborronar esa raya al medio que se te ha puesto en el peinado. Digamos que en todas esas miradas late siempre cierta insatisfacción. Te acabas diciendo a ti mismo, desesperado, que con tu cara o esa corbata no vas a ningún sitio. A menos que pretendas escribir una novela o una columna.

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Comentarios

  1. Comentario by Victor - enero 15, 2014 10:33 am

    Veo que la imparcialidad en este blog brilla por su ausencia, merengues!! Siempre dejáis al Madrid como el bueno y al Barça como el malo, podríais tener un poco más de imparcialidad!

    Habéis perdido un lector!

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  2. Comentario by Noé - enero 16, 2014 11:55 pm

    Mourinhista!

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