En 1995 el excelente actor Kevin Spacey encarnó al mismísimo mal dos veces, en dos títulos hoy de culto: ‘Sospechosos habituales’ (‘The Usual Suspects’, Bryan Singer) y ‘Seven’ (id, David Fincher). Del segundo e influyente título tal vez hablemos en una entrega futura de este especial dedicado al mal en el séptimo arte y de hecho lo merece. Su John Doe del film de Fincher es casi un complemento al temible Keyser Sozé del que aún sigue siendo el mejor trabajo de Bryan Singer tras las cámaras. Con un milimétrico guión de Christopher McQuairre, ganador de un merecido Oscar, la película gira en torno al fascinante personaje antes citado. Keyser Sozé, una leyenda, un mito, el mismísimo diablo, el verdadero mal, o como rezan en un momento dado el film “Keaton siempre decía Yo no creo en Dios y sin embargo le temo. Pues yo creo en Dios y la única cosa que me asusta es Keyser Sozé”.

Un grupo de delincuentes coinciden en una rueda de reconocimiento, y deciden realizar un trabajo en apariencia sencillo, pero por el que podrán ganar una gran cantidad de dinero. Liderados por Keaton —enigmático Gabriel Byrne, que supone uno de los pilares básicos del relato—, pronto se verán envueltos en una complicada trama de intereses en la que el enigmático y temido nombre de Keyser Sozé sale a relucir en un momento dado. Sozé ha ideado todo el plan simplemente para deshacerse de la única persona viva que le ha visto el rostro y podría delatarle a sus enemigos. Todos perecerán, menos un tullido, el mismo que le cuenta la historia a un crédulo policía encarnado por Chazz Palminteri. ‘Sospechosos habituales’ gira en torno a ese tullido, que no es otro que Keyser Sozé, demostrando una vez más que hará cualquier cosa para no ser reconocido y seguir haciendo el mal por el mundo.

Uno de los aciertos de la cinta es precisamente que todo está narrado desde el punto de vista del tullido, por lo que lo que vemos es en todo momento aquello que él quiere que veamos o nos creamos. Un laberinto que funciona y se disfruta siempre que se ve el film, cada vez con nuevas piezas del rompecabezas para descubrir en cada nuevo visionado. El momento álgido del relato sucede cuando la historia de Sozé es contada, de cómo sobrevivió a un duro ataque a su familia y desde entonces se convirtió en alguien invencible y prácticamente invisible. En el aclaratorio flashback que narra su desgracia personal, no llegamos a ver con claridad el rostro de Sozé, algo que subraya sin miramientos el carácter de leyenda del considerado mal personificado. Después de matar a su propia esposa e hija, cualquier cosa es posible para Keyser Sozé, y ese detalle es el que llama poderosamente la atención al espectador. La libertad que da el mal absoluto.

El mejor truco que inventó el diablo fue convencer al mundo de que no existía. Y así desapareció

Esa es la frase que en cierto momento recita el tullido, hablando de sí mismo, y que define a la perfección al personaje de Keyser Sozé. Además de un guión que va dosificando poco a poco información, y jamás sin caer en la evidencia, y también de la puesta en escena de Singer, que juega con el montaje, la brillantez de Keyser Sozé reside en estar interpretado por el camaleónico Kevin Spacey, quien recogería su primer Oscar —el segundo sería 4 años después por su interpretación en la perfecta ‘American Beauty’ (id, Sam Mendes, 1999)— por su trabajo. Spacey presta su singular y expresivo rostro a un personaje lleno de matices, y que va creciendo según avanza la acción. El juego del gato y el ratón al que se presta con su interrogador pronto da la vuelta, o quizá siempre fue así desde el principio, y Spacey se muestra como pez en el agua transmitiendo confianza por un lado, pena por otro, inquietud, y admiración final tras decubrir el espectador el pastel.

Keyser Sozé está por encima del bien y del mal, y eso es lo que más nos llama la atención de este tipo de personajes. Sozé no es un villano al uso, que recibirá su merecido a manos del protagonista de la película, no. Sozé queda libre, y probablemente desaparezca para siempre tal y como sugieren las palabras del tullido hablando del diablo. ‘Sospechosos habituales’ es un thriller ejemplar que se recrea en la fascinación que produce el mal más allá de ser un simple delincuente. Sin ataduras morales de ningún tipo, el personaje de Sozé queda grabado para siempre en nuestra retina y memoria, hurgando en nuestros sentimientos, quizá provocándonos o invitándonos a ser como él. Porque ¿quién no desearía ser Keyser Sozé? ¿quién no sucumbiría ante todo el poder que ofrece el mal más puro?

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