Las leyendas, los mitos y algunas obras de ficción han forjado lugares que parecen haber salido de la cabeza de alguien con mucha imaginación. Sin embargo, hay algunas que luego resultaron ser de verdad, como Troya, gracias a La Ilíada, de Homero.

En la misma línea, muchos exploradores siguen buscando incansablemente la Atlántida, aunque a priori sólo sea una leyenda elaborada por el filósofo griego Platón. Se dice que la isla se hundió bajo las olas del mar Mediterráneo o bien del océano Atlántico. O el continente perdido de Mu, también conocido como Lemuria, que según el escritor del siglo XIX Augustus Le Plongeon se hundió misteriosamente bajo las olas.

Según la tribu nativa de norteamérica de los iroqueses, en el siglo XIV, en el norte había un reino de hombres rubios, rico en oro y pieles. Se cree que era un mito, pero algunos opinan que se trata de un antiguo asentamiento vikingo en Canadá. Su nombre era Reino de Saguenay.

Para los exploradores en cuyos ojos brilla el fenicio brillo de la codicia, aún hay posibilidades de encontrar El Dorado, presuntamente ubicado en una laguna cerca de la actual Colombia. Buscada por conquistadores españoles del siglo XVI, esta tierra de riqueza, joyas, oro y gemas nunca ha sido encontrada.

Buscar lugares míticos a veces conduce a los exploradores a encontrar otros lugares desconocidos, como es el caso de Nebraska, que fue hallada por exploradores españoles en el siglo XVI en su anhelo de encontrar las siete ciudades de oro de las que hablaban las tribus locales de Norteamérica.

Finalmente, en Asia tal vez podamos encontrar algún día el mítico Shangri-la, un lugar por ahora ficticio descrito en la novela Horizontes perdidos, escrita por el británico James Hilton en 1933. Desde su publicación, algunos siguen creyendo que en realidad describe una comunidad espiritual real oculta en el Himalaya.

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