Experiencias por vivir

Ahuyentando los malos espíritus en diferentes partes del mundo

tomando

Según el país en el que estéis, hay distintas formas de ahuyentar los malos espíritus de vuestra casa u hotel. Por ejemplo, los japoneses lanzan judías pintas gritando “salgan los demonios, entre la buena suerte”. Se hace cada 3 de febrero.

En Inglaterra, sobre todo en entornos rurales, se estila colocar una cruz hecha de lavanda encima de las puertas, o llevan encima una ramita.

En Italia, para ahuyentar a los malos espíritus, es más habitual que los sacerdotes se encarguen de ello mediante conjuros religiosos. Y en Estados Unidos, algunas personas lavan sus pisos con hierbas amargas y jugo de limón. En Perú, hay quien quema maderas de palo santo por sus propiedades depurativas. En Nigeria, invocan a los espíritus pidiendo protección a cambio de alimentos y amistad. En China, nada como colocar leones de piedra en la puerta, como en un palacio chino. Y en India pintan con ceniza una cara de miedo en una calabaza y la cuelgan encima de la puerta.

167835711

Más por regiones que por países, hay otros rituales para ahuyentar malos espíritus. Como esparcir hojas frescas de anís por el cuarto, como se hace en el Mediterráneo; también es común grabar la palabra “abradacadabra” en un collar. O situar una canasta de hojas de laurel cerca de la puerta, como se hace en algunos pueblos europeos. En Europa del Este, lo frecuente es colgar hinojo de las vigas o en el ojo de la cerradura. Y en Europa del Norte, ponerse amuletos hechos con hojas de eneldo alrededor del cuello.

En ámbitos más primitivos, en el desierto del Kalahari, los chamanes bailan para extirpar los espíritus y luego los arrojan al suelo. Los navajos permanecían un rato dentro de una estructura de cedro donde calentaban piedras. Y en la tribu ojibwe, uno de los pueblos nativos más grandes de América del Norte junto a los cheroquis, se quema salvia en una concha de abulón y se reparte el humo con una pluma.

Así de multiforme es la cultura humana en lo tocante a sus supersticiones. Y aún hay mucho más. Hasta el punto de que uno se pregunta qué le pasaría al mundo, con lo mal que va ya, si nadie perdiera el tiempo haciendo todos estos rituales. Aunque supongo que esta pregunta no tiene mucho sentido, como tampoco la tiene plantearse por qué las tiendas que venden amuletos de la suerte no son epicentros de la fortuna y el buen destino.

En 1001 Experiencias | El sol de medianoche en Finlandia
En 1001 Experiencias | Una vuelta al mundo con Alicia Sornosa