Grupos que murieron después de su primer disco
La historia de la música pop está repleto de ellos: grupos que lograron un grado de inspiración alucinante en sus primeras grabaciones y que luego vieron cómo la magia se esfumaba irremediablemente. A partir de ahí la más absoluta nada, un segundo disco mediocre o inexistente, grabaciones posteriores con grupos semidisueltos, virajes estilísticos completos o, directamente, la desaparición. Este pretende ser un repaso escueto a unos cuantos grupos o solistas que se esfumaron de nuestras vidas en cuanto su disco debut copó las listas de éxitos. Que casi rozaron el firmamento del pop para, más tarde, marcharse sin dejar rastro. La muerte, los egos o, sencillamente, un golpe de suerte, que dejaron en la estacada tantos y tantos proyectos dignos de ser recordados por tan sólo su primer trabajo.
The Stone Roses y herederos
¿Por dónde empezar? La verdad, cuando me planteé escribir sobre este tema no podía quitarme de la cabeza a mis reyes del disco-debut-y-nada-más: The Stone Roses. Inevitable hacer referencia a uno de los grupos más populares e influyentes de la década de los noventa en base únicamente a su primer trabajo, titulado de forma homónima y envuelto en una portada inspirada en Pollock y en el surrealismo abstracto norteamericano. Nada de americanos tenían ellos, naturales de Manchester, cuna de algunos de los mejores grupos punk y post-punk de principios de los ochenta y de The Smiths, de quienes bebían conscientemente en el aspecto melódico. The Stone Roses cuajaron un primer trabajo aún hoy legendario: cita ineludible para miles de grupos indie rock, estrellas instantáneas y, todavía en nuestros tiempos, cabezas de cartel de algunos de los festivales más concurridos del mundo. Y todo ello gracias a once canciones per-fec-tas.
Aquel disco salió a la luz en 1989 y a partir de ahí se acabaría la historia de The Stone Roses. Es cierto: hubo más discos. Pero nunca lograron el mismo éxito ni el mismo grado de inspiración artística. Second Coming se publicaría cinco años después, sin ápice de la magia psicodélica/melódica de su predecesor. Las tensiones internas del grupo desharían los hilos que les llevaron a su fabuloso debut, y de los Stone Roses posteriores a 1989 pocos se acordarían años más tarde en forma de elogio u homenaje. Su legado se traduce en un único disco excepcional. Algo parecido, aunque a muy menor escala, les sucedió a The Strokes, ya en 2001: el grupo supo aunar en su debut lo mejor del sonido New York de finales de los setenta, lo mezcló con un proyecto de márketing enormemente atractivo para miles de jóvenes en el mundo y se presentó como los herederos del rock’n roll. ¿Funcionó? Claro que funcionó: su primer trabajo, Is This It, es un disco adictivo como pocos, aunque la magia se apagaría en los años posteriores. Cuatro discos después, el último publicado este mismo año, The Strokes nunca supieron dar con el mismo botón que les llevó al debut. Peor aún: arrastran su dudoso legado año tras año, sombras de lo que fueron y de lo que ya no volverán a ser.
El punk efímero
Pero si hay un género y una época especialmente volátil esos son el punk y 1976-77. Y un grupo bandera por excelencia: los Sex Pistols. “Another holidays in other people misery”, cantaba un provocativo Johnny Rotten en las primeras estrofas de Never Mind The Bollocks, Here’s The Sex Pistols, único disco de un grupo que revolucionó Gran Bretaña y gran parte del mundo occidental gracias a: 1) su productor obsesionado por la fama y el dinero, Malcolm McLaren, 2) su mensaje destructivo, insultante para las clases acomodadas del momento y para la industria discográfica, y 3) el resumen espiritual de muchos jóvenes ingleses en un contexto de crisis y decadencia nacional. Tal fue el poder revolucionario del punk y de la estética deslavazada, algunas veces nacionalsocialista y violenta de los Sex Pistols que no sobrevivieron a su primer disco. Aunque no sea relevante: Johnny Rotten terminó harto del resto de sus compañeros, de McLaren y de la imagen que proyectaba al mundo y fundó Public Image Limited en la cresta de la ola, muriendo los Sex Pistols con él.
El punk está repleto de ejemplos así: Stiff Little Fingers continuaron publicando discos tras su justamente aclamado Inflammable Material, pero jamás lograron la misma repercusión; de X-Ray Spex no se volvió a saber nada hasta los noventa; Richard Hell & The Voidoids triunfaron gracias a Blank Generation y luego se apagaron poco a poco; casi toda la hornada de grupos Dangerhouse Records tuvo poco recorrido. Años más tarde, el hardcore americano sufriría un proceso parecido, siendo el máximo exponente Minor Threat, la legendaria banda seminal de todo un modelo ético y sonoro de afrontar la música comandada por Ian MacKaye no llegó a publicar un largo duración hasta dos años después de su disolución. Entre tanto, sacó tres EP que son historia viva de la música. También en EEUU, Adolescents publicaron discos durante más años, pero ninguno tan recordado como su debut de fantástica portada. Afortunadamente, otros grupos como Black Flag, Bad Brains y Hüsker Dü llegaron mucho más lejos.
Debutar y pasar a la historia
Después del punk llegó el post-punk, y con él un montón de grupos aún más transgresores y excitantes, al menos desde un punto de vista puramente sónico, que sus antecesores. Gang of Four, por ejemplo, fusionaron con excitante pulso los golpes rítmicos del funk y la destrucción absolutista del punk, el bajo por un lado y la guitarra por otra. Su primer disco es un clásico absoluto, uno de los mejores discos de siempre, Entertainment!, pero el grupo no alcanzó la misma relevancia en su continuación, Solid Gold. Posteriormente, los miembros del combo se marcharon a otras bandas, metieron la cabeza en otros proyectos y Gang of Four quedó al margen. A día de hoy la memoria colectiva sólo les tienen en cuenta por un grandioso disco. Qué decir de Television, aunque su caso es diferente. Antes de lanzar Marquee Moon en 1977, Television era un grupo de maneras proto-punk protagonista ineludible de la escena neoyorquina de la época.
¿Después? Para el que aquí firma, uno de los grupos más talentosos de todos los tiempos. Marquee Moon es patrimonio de la música, pero Television no fueron mucho más allá. Un año más tarde firmaron una continuación digna, Adventure, pero que no ha trascendido ni trascenderá jamás. El grupo terminó su andadura rápidamente y siempre será asociado a un sólo disco: el debut, glorioso, épico, nocturno alegato punk, post-punk y art-punk. Todo lo que se desee. Suerte parecida corrieron, también en Estados Unidos, The Modern Lovers. Publicaron una pieza esencial del proto-punk en 1976 titulada de manera homónima, con algunas de las canciones más importantes de la época y que mejor han sobrevivido al paso del tiempo (pienso en ‘Roadrunner’). Tras tan fulgurante aparición, el grupo se disolvió, y aunque su líder, Jonathan Richman continuó publicando discos bajo el nombre artístico de Jonathan Richman & The Modern Lovers, la formación original no fue más allá de aquel estupendo trabajo.
Garage y psicodelia en los sesenta
Si nos remontamos más atrás en el tiempo también encontramos grupos que desaparecieron tras un debut realmente espectacular. Los casos más evidentes que sacuden mi memoria son los de los alemanes Monk y los norteamericanos Morgen. Los primeros sentaron las bases del punk y del garage junto a otros grupos de la época (véase Los Saicos): un grupo extravagante de soldados norteamericanos aún destacados en la Alemania post-Segunda Guerra Mundial que decidieron sumergirse en composiciones psicóticas y demenciales mientras tocaban vestidos de monjes en sus conciertos. El disco es de un poderío atronador y su eco resuena en muchos grupos del presente. Pero la propia fuerza magnética de sus canciones pareció consumirles en el acto: tras Black Monk Time no hubo nada más. Menos se sabe aún de Morgen, cuyo único disco es un clásico de la psicodelia garagera y un anticipo del hard rock que estaba por venir. El Grito en portada y un proyecto en solitario, el de Steven Morgen, que no fue a ningún lado más, pero que legó una joya recóndita y aún demasiado desconocida.
También en Alemania encontramos otro ejemplo de grupo, en todo el sentido de la palabra, que muere tras su primer disco. Es el caso de Amon Düül, conjunto de artistas escénicos, jóvenes universitarios marxistas y músicos que se reunieron en una comuna del Münich sesentayochesco para envolverse en larguísimas jam session de psicodelia improvisada, folk, anticipo del krautrock, combinada con teatro experimental, happenings y todo tipo de sustancias alucinógenas. Un demencial ejercicio de libertad artística total, desprendido de toda atadura y sumido desde su nacimiento en la deriva. De este inconexo grupo de personas germinó Amon Düül II, profesionales de la música con todas las de la ley y una gran trayectoria discográfica a sus espaldas.
En España
La lista es larguísima y hay un montón de grupos que se están quedando al margen de este repaso, pero no quisiera cerrar el post sin mencionar algunos grupos españoles cuya suerte quedó resumida a su primera grabación. Quizá el caso más evidente de todos ellos sea el de Veneno. Su primer disco, homónimo y de portada censurada por apología del hachís, combina los elementos experimentales traídos por Kiko Veneno desde Barcelona y el talento inabarcable a la guitarra de los hermanos Amador. Entre los tres fabricaron en 1977 esta pieza de flamenco experimental, rumba, rock progresivo y todo lo que se pueda ocurrir que es historia viva del pop español y para algunas voces acreditadas el mejor disco del siglo XX en territorio nacional. Las tensiones internas entre los tres desembocaron en Pata Negra por un lado y Kiko Veneno por otro, dejando como legado este auténtico incunable de la música nacional. Parecida historia sufrió Música Dispersa: con Sisa en el grupo antes de emprender su carrera en solitario, Música Dispersa dejó para la posteridad un sólo trabajo, extraño y vanguardista, a ratos incomprensible pero con algunas melodías redondas. Un disco, una isla en la agitada Barcelona del tardofranquismo.
En lo relativo, por último y no menos importante, no podría cerrar este texto sin citar a Larsen: leyendas del punk madrileño, editaron a principios de los ochenta dos maxisingle seminales y capitales del género nacional. Uno de ellos, ¡No!, piedra de toque básica del punk en la agitada Madrid de la época y anticipo de lo que la movida vasca traería unos pocos años más tarde. Canciones como ‘Frontera Francesa’ o ‘Vomitas Sangre’ no contaron con apenas sucesoras, pero a día de hoy no pierden ni un ápice de su sorna y visceralidad. Y bueno, hasta aquí la historia de unos cuantos grupos que por un motivo o por otro no sobrevivieron a su primer disco, ya fuera en forma de repercusión o en forma de propia continuación del grupo. Como digo, hay muchos otros que tienen espacio por aquí, así que os invito a rellenar la lista en los comentarios. A modo de chanza y de trolleo gratuito, podríamos continuar por Pink Floyd, los verdaderos Pink Floyd de Syd Barret y su primer disco, que poco tendrían que ver más tarde con los Pink Floyd que pasaron a la historia. Pero como digo, es sólo una broma: no os enfadéis, fans.
En 1001 Experiencias | Ocho curiosidades que quizás no sepas de Depeche Mode
En 1001 Experiencias | My Bloody Valentine y el paso del tiempo: de mitos y leyendas
COMENTARIOS
3