Experiencias míticas

Las ‘Malas calles’ de Martin Scorsese

27 borradores y otros tantos rechazos de agentes y productores. Un título original que se ajusta más a una cinta de espada y brujería con Nicolas Cage (‘The Season of the Witch’). Y una propuesta explotation de Roger Corman: rodar con un cast formado exclusivamente por actores negros para exprimir el éxito de ‘Las noches rojas de Harlem’ (Gordon Parks, 1971) y la docena de sucedáneos de Shaft que le siguieron. Tres leyendas nada urbanas alrededor del film más determinante de la carrera de un cineasta que a punto estuvo de perderlo todo antes de tenerlo: ‘Malas calles’ y Martin Scorsese.

Martin Scorsese dando fe del pase de 'Malas calles' en el Festical de Cine de Nueva York de 1973.

Hay directores con debuts deslumbrantes. Orson Welles y ‘Ciudadano Kane’ (1941). Únicos. Charles Laughton y ‘La noche del cazador’ (1951). Rompedores. David Lynch y ‘Cabeza borradora’ (1975). O febriles. Quentin Tarantino y ‘Reservoir Dogs’ (1992). Pero también hay primeros films que pasan desapercibidos, películas de directores que encuentran su camino, el tono, estilo o universo a medida que van rodando. Y entonces llegamos a ese segundo, tercer o cuarto film que merece ser el primero. El de debut. Eso es casi tan difícil como conseguir firmar un buen segundo trabajo tras una ópera prima arrolladora. No es que ‘Who’s knocking at my door?’ (1967), el estreno de Scorsese en el cine, sea del montón. Al contrario. John Cassavetes dijo que era el Kane de los 60. ¡Qué va! ¡Es mucho mejor que Kane! Pero, como ‘Boxcar Berta’ (1972) –un encargo de Corman– no se intuye lo que Scorsese llegaría a ser. En ‘Malas calles’ sí. Y lo sabemos desde los mismos títulos de crédito.

Empujado por John Milius y Brian De Palma, dos de los colegas con los que formaba –sin ser consciente– lo que iba a ser el Nuevo Hollywood, pero sobre todo por Cassavetes –¿Por qué no haces una película acerca de algo que de verdad te importe?– Scorsese se decidió a contar una historia más personal, cercana, casi autobiográfica. O lo que le hubiera gustado que fuera autobiográfico. Scorsese creció entre curas, gánsters e imágenes en la gran pantalla. No había día en que no viera a alguien con una pistola en la mano, recordaba de su barrio. Así nacieron los dos protagonistas del film: el alter ego de Scorsese, Charlie –comido por los remordimientos, la culpa, la sensación del deber obligado–; y Johnny Boy, su amigo bocazas, impulsivo y el detonante de todos los males. Son las dos caras de una misma moneda.

Scorsese tenía claro a quién quería para encarnar a Charlie: a Harvey Keitel. Le daba igual que los productores quisieran darle el rol a una estrella, a Jon Voight. O que un joven actor quisiera el papel. Robert De Niro había crecido en el mismo barrio que Scorsese. Vivían a seis calles de distancia pero no se conocían porque, en realidad, vivían en mundos distintos. De Niro era hijo de una familia de artistas, que potenció su creatividad. Eran polos opuestos. Al final Scorsese se salió con la suya y Keitel fue Charlie y De Niro aceptó ser Johny Boy. En otoño de 1972 empezaron a rodar el film. En Los Ángeles.

De Niro, Scorsese y Keitel en el set de 'Malas calles'.

La mayoría de las escenas de ‘Malas calles’ fueron filmadas en California. Scorsese sólo rodó una semana en Nueva York, unas jornadas que dedicó única y exclusivamente a los exteriores y algunos interiores clave como las escaleras de vecinos de Little Italy o el cementerio de San Patricio. No había dinero y recurrió a un equipo formado por estudiantes. Bueno. Eso del dinero es relativo. Scorsese contaba con 600.000 dólares de presupuesto para rodar ‘Malas calles’. La mitad se los gastó en los derechos de los temas que quería que sonaran en el film. The Ronettes, Rolling Stones, Renato Carosone, Eric Clapton… Para hacerla tuve que aprender cómo se hace una película, diría Scorsese. En la escuela de cine aprendí a expresarme con imágenes y sonido. Hacer una película era algo totalmente distinto. La junta de producción, el calendario de rodaje, levantarse a las cinco de la mañana y dar de comer al equipo y a los actores. Eso es hacer una película. También aprendió a que, a veces, lo mejor no sale en el guión.

Esta escena –que Brian De Palma quería que Scorsese cortara de la copia final porque era de relleno– surgió de la nada, de la improvisación de De Niro y Keitel. Y fue la razón que hizo que Warner Bros. comprara el film: en medio del discurso de De Niro entró en la sala de proyección un repartidor con la comida que habían encargado John Calley, el hombre fuerte del estudio, y Leo Greenfield, el jefe de distribución. Cuando los dos ejecutivos le mandaron callar, Scorsese sabía que había dado en el clavo.

Charlie y Johnny Boy, las dos caras de Scorsese con el rostro de dos de sus actores fetiche.

En mayo de 1973 ‘Malas Calles’, y con ella Scorsese y De Niro, desembarcaron en Cannes. Allí les presentaron a Federico Fellini quien, sin haber visto el film, dijo a los distribuidores europeos que tenían que comprarla, que era el mejor film americano de la última década. El pasado 17 de noviembre Martin Scorsese cumplió 70 años coincidiendo con el 40º aniversario del rodaje de ‘Malas Calles’. Hoy, después de Travis Bickle, Jake La Motta, Henry Hill o Newland Archer puede que Charlie y Johnny Boy no sean tan cercanos como deberían. Lo que sí fueron, son, es la primera muestra de lo que sería el cine de Scorsese. Aunque ‘Malas calles’ sea su tercera película.

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Comentarios

  1. Comentario by Paul Schrader, pecados por purgar - diciembre 11, 2012 10:57 am

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