La NBA y el Madison Square Garden, el mayor espectáculo del mundo
“El pabellón más famoso del mundo“. Ese es el eslógan del Madison Square Garden, o el Garden, como lo conocen los neoyorquinos, una mole bastante fea por fuera que se levanta en la manzana entre las avenidas Octava y Séptima y las calles 31 y 33, justo encima de la estación de tren Penn (y enfrente del Hotel Pennsylvania, uno de los más ofertados en todos los paquetes turísticos de vuelo más alojamiento en Nueva York). Y es un eslógan que, probablemente, no ande demasiado desencaminado, porque los conciertos que se dan allí siempre acaban adquiriendo un aura especial, y sus veladas deportivas terminan entrando por derecho propio en la historia. Es uno de los lugares más emblemáticos de la ciudad, uno que está sufriendo una remodelación a fondo para mejorar sus instalaciones, y que siempre figura entre la lista de imprescindibles de los turistas.
Pero el MSG sólo merece la pena si se va a asistir a algún evento deportivo (como decimos, por fuera es más bien feo) y, es más, casi sólo si se va a ver un partido de los New York Knicks. Aunque el Garden sea famoso igualmente por sus veladas de boxeo, la NBA allí adquiere un aura que no tiene en otros pabellones de la Liga. En ese parqué protagonizó Michael Jordan algunas de sus mejores noches, allí dejaron todo un clínic de baloncesto ofensivo en los 70 dos jugadores como Walt Frazier y Earl ‘The Pearl’ Monroe, y allí se vivió la temporada pasada una de las historias de irrupción fulgurante más increíbles de los últimos tiempos, la ‘Linmanía’ alrededor de Jeremy Lin. Siempre hay algún jugador en los Knicks que se convierte en el favorito de la grada por motivos que no siempre son estrictamente deportivos, y resulta muy curioso notar la electricidad que recorre el pabellóm cada vez que Steve Novak se levanta para lanzar un triple desde la esquina. Pero no adelantemos acontecimientos, y empecemos por el principio.
El primer Garden
El MSG que todos conocemos actualmente es, en realidad, el cuarto que lleva ese nombre. Los dos primeros se edificaron en en Madison Square, cerca del edificio Flatiron, a finales del siglo XIX, y como apeadero, más o menos, para los pasajeros del tren Nueva York-Boston. En 1871 dejó de utilizarse como tal y pasó a ser parte del circo de P.T. Barnum, y más adelante sería también un lugar para celebrar conciertos, bailes y eventos varios, desde convenciones políticas a concursos caninos. En 1924, el edificio fue demolido y el nuevo Garden, manteniendo su nombre, se reubicó varias calles más arriba, en el lugar que ocupa actualmente. El MSG en funcionamiento en la actualidad se inauguró en 1968, lo que le convierte en el segundo pabellón más antiguo de la NBA (el más antiguo es el Oracle Arena, en Oakland, sede de los Golden State Warriors y abierto sólo dos años antes).
Los Knicks, fundados en 1946, siempre jugaron en el Garden, aunque al principio tenían que utilizar la armería del 69º Regimiento, en la avenida Lexington y no demasiado lejos de Madison Square, ante la enorme cantidad de eventos que se celebraban en el pabellón. Hoy en día, el MSG es utilizado también por la universidad de St. John’s para sus partidos de la División I de la NCAA, y también juegan allí los New York Rangers de la NHL y, después de un paréntesis obligado por las renovaciones, también lo harán de nuevo las New York Liberty de la WNBA en 2014. Los tres primeros equipos se alternan a lo largo del otoño y el invierno, mientras que la WNBA se disputa en verano. Como lo que aquí nos interesa son los Knicks, si viajamos a Nueva York entre finales de octubre y abril, que es cuando se disputa la temporada regular, es casi seguro que podremos ‘cazar’ algún partido. En mayo y junio se juegan los ‘Playoffs’, y ahí ya todo depende de lo lejos que llegue el equipo.
Un partido de los Knicks
A veces se compara a los Knicks con el Atlético de Madrid, pero no sólo se hace porque son muy dados a tirar por la borda buenas temporadas con una primera ronda de ‘Playoffs’ horrible, porque son capaces de lo mejor y lo peor (aunque esta temporada realmente están desplegando un buen baloncesto y ganando muchos encuentros importantes), sino también porque sus hinchas llenan el pabellón incluso en los epores años, aquellos en los que Eddy Curry era el jugador mejor pagado de la plantilla sin pisar el parqué ni un minuto, en los que Isiah Thomas dejaba perplejo a todo el mundo con sus decisiones desde los despachos, y en los que el equipo no era capaz de ganar el 50% de sus partidos. Incluso entonces, los fans siempre pensaron que la siguiente campaña iba a ser, esta vez sí, la buena, la que les devolviera a los tiempos de los dos campeonatos ganados en 1970 y 1973, y han estado muchos años esperando por que el equipo cuajara en lo que están viendo ahora con Carmelo Anthony y Amare Stoudemire (aunque éste. un poco menos).
Decimos esto porque, en comparación con los aficionados españoles, es probable que no parezca que en un partido de la NBA se anime demasiado, pero los hinchas de los Knicks se harán notar en cuanto su jugador favorito salte al campo, o si Anthony o J.R. Smith logran una buena canasta (o un mate espectacular), y saben reconocer a un rival que cuaje un partido histórico (como han hecho últimamente LeBron James, Kobe Bryant y hasta Stephen Curry con sus 54 puntos). La experiencia de ver NBA en el Garden merece la pena por el ambiente y por algunas costumbres que a los aficionados europeos nos pueden resultar extrañas, como que la gente no pare de levantarse a comprar comida (hay multitud de puestos en los pasillos), o que se cante el himno estadounidense al principio de cada encuentro, con todo el público puesto en pie y cantando bien alto la parte final, los versos que rezan “to the land of the free and the home of the brave“.
También hay un montón de pequeñas tiendecitas que venden gorras, camisetas y los clásicos dedos gigantes de gomaespuma en todo el camino que hay que hacer hasta que llegas a tu asiento (y hay que caminar un rato), y aunque el pabellón es bastante grande, tiene la ventaja de que la cancha se ve muy bien prácticamente desde cualquier lugar, incluso si acabas sentado casi en el ‘gallinero’. Una cosa sí hay que tener en cuenta su vas a ver un partido de la NBA en directo sin estar familiarizados con ellos por la tele; duran tres horas, hay bastantes interrupciones en ellos y no es nada extraño que se sucedan los ataques al principio en los que el balón no entra en la canasta ni teledirigido por control remoto. Eso sí, en cada tiempo muerto o descanso hay algún tipo de animación, ya sean las cheeerleaders, algún vídeo en la pantalla del marcador o alguna actuación de los niños de la fundación benéfica del MSG.
Si alguno tenéis interés por ver a los Knicks en el Garden, su página oficial informa de los próximos partidos (el calendario de la próxima temporada de la NBA suele publicarse en agosto, ya con las fechas y las horas definitivas de todos los encuentros), y también podéis comprar entradas a través de allí, pero hacedlo con tiempo. Las ofertas más habituales son los abonos de temporada y las entradas para varios partidos, y para encuentros sueltos puede haber problemas. Pero tampoco desesperéis, porque la NBA y Ticketmaster pusieron en funcionamiento esta temporada un sistema de reventa oficial por Internet que puede ser muy útil.
En 1001 Experiencias | Mis granitos sobre visitar Nueva York
En 1001 Experiencias | NBA en estado puro, así se vive un partido de Los Ángeles Lakers
COMENTARIOS
1