Chris Harris y su relación amor-odio con Ferrari
En la relación entre Chris Harris y Ferrari se respira un aire tenso. Cargado. Con resquemor y resentimiento. En el mundo del automóvil las fábricas son las protagonistas, obviamente. De ellos depende quién asistirá a la próxima presentación, de ellos depende lo que pruebes y siempre serán ellos los encargados de suministrar material para que el periodista del motor trabaje. Hasta aquí todo bien, una relación de simbiosis positiva para todos: las marcas reciben publicidad a espuertas, el periodista un trabajo y el lector un gran entretenimiento e información. Sin embargo, cuando el producto que la fábrica pone en tus manos está trucado para que recoger resultados positivos el trabajo del periodista, objetivo, corre peligro. Y así fue como Chris Harris, uno de los más aclamados comunicadores de la actualidad, no dudó en acusar a Ferrari de tramposos… y estos, de eliminar cualquier invitación con su nombre.
En 2011 Chris Harris fue vetado en Ferrari. ¿La razón? A Chris se le habían cruzado los cables y, harto del circo montado por la compañía italiana, decidió pasar a la acción y contar las innumerables irregularidades que ha soportado en su trabajo durante los últimos años. Una semana antes de la prueba del 599 GTB Ferrari quiso saber en qué circuito tendría lugar… para asistir con sus técnicos y pilotos, encontrar un set-up para el trazado y tenerlo listo en el coche que probaría Harris más tarde. En otra ocasión se encontraron con un 360 Modena dos segundos más rápido en aceleración que el coche que vendían a sus clientes.
Pero lo increíble de la historia son las leyes que Ferrari impone a los periodistas que quieran probar sus coches. Por ejemplo, tienen prohibido conducir cualquier modelo de la marca sin el permiso expreso de Maranello… precisamente para no darse cuenta de las diferencias entre el coche de prensa y el real. El argumento italiano: ese coche puede no ser una fuente fiable.
Aquel artículo protesta le costó caro y, a pesar de ello, nunca dudó en reconocer un gran coche cuando lo tuvo delante. De hecho llegó a comprarse un Ferrari 599… para venderlo meses después por no poder mantenerlo en lo que quizás fue un movimiento para volver a criticar a la compañía. Basura burocrática aparte Chris disfruta como un enano al volante de una de estas joyas. Y para muestra todo el material que encontraréis incrustado de este post, a eso sí que lo llamo yo leer entre líneas.
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